viernes, 23 de julio de 2010

Es caprichoso el azar...


Llegó en invierno, yo tenía frío en el alma.
apasionado, impúdico, escurridizo, amable... muchas veces contenido.
Él, sencillamente, pasaba por allí, y yo estaba en bata de casa; pues a esas horas de la noche ya no esperaba visita, y menos en mi habitación...
Pero no crean que llego sigiloso, ni disfrazado de cordero... no...
Llegó atronando a los cielos, como un lobo, aullando la noche, partiendo el día... Desatando en los cielos una tormenta, que sólo una tormenta de rayos truenos y centellas es capaz de romper con las nubes más negras, para que después escampe y el cielo se llene de sol, de luz radiante.

...

Y le dejé pasar, pues llovía a mares, y hacía frío...
Hice lo que haría cualquier buena vecina, y me quedé con su risa...como una tonta, prendiéndome a él con hilvanes de besos sin piel... de labios sin boca.

Cierro los ojos y...a lo lejos escucho cantar a mis tres niños, condenados a su rueda rueda...

Saber que él en la lejanía me ha pensado, me ha hecho perder el miedo a soñar.
Me ha hecho desear y sentir... que son sus manos las mías, que a través de ellas me acaricia. Sus manos en las mías, desterrando a los fantasmas, hasta olvidarme del miedo, acompañándome día a día, despreciando el espacio y el tiempo....
...Y aunque está lejos, pajarea por mi vientre, y aunque nunca le tuve... no quiero perderlo.
Saber que en la lejanía alguien me ha soñado, me ayuda a seguir viva, para llenarlo todas las noches de piel...y dejarme llevar...
por una vez sin pensar, sin seriedad en la reflexión, con todos mis miedos luchando en la rueda...
Pidiéndole solo amor......
sin prisas,
sin promesas,
sin mentiras,
sin pensar en ganar o en perder, porque no hay rosas sin espinas,
ni amores valientes
... de amantes sin osadía.

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